Los perros parecen casi biológicamente incapacitados para esconder sus emociones: se agitan, resoplan o mueven la cola dándonos una pista de si están contentos, nerviosos o simplemente felices.
Los perros serían terribles jugadores de póker. Podemos leer sus señales con mucha facilidad.
Los gatos tienen también un lenguaje corporal sofisticado: muestran su estado de ánimo moviendo la cola, erizando su pelaje, o con el movimiento de sus bigotes y orejas.
Un ronroneo muestra por lo general (aunque no siempre) que es amigable y está contento.
Es un signo confiable para darnos cuenta de si el gato está en modo amigable o si es mejor dejarlo solo.